Se realizaban todos los años; las españolas en el prado español y las italianas en el galpón de la liga o en otros galpones. Las comisiones creadas a tal fin, formadas por miembros de las colectividades o descendientes de ellas, corrían con la organización y desarrollo de los actos. Según relatos, las casas se embanderaban y la calle que va desde el paso a nivel hasta el prado se cubría de arcos con banderines, se contrataba una banda que provocaba la admiración de la gente y hacia un recorrido matutino tocando marchas frente a edificios públicos y a las casas de los miembros de la colectividad organizadora.
Otro atractivo era el tira bombas, que recorría las calles junto a la banda, efectuando un disparo en cada esquina.
Cuando el recorrido era de noche la iluminación se hacia con antorchas. Al cierre del comercio comenzaba el desfile de personas, jinetes, sulkys, Villalonga, etc. Asistían familias del campo y de otros pueblos. Los vendedores de golosinas eran por lo general andaluces que en sus puestos iluminados a gas de carburo también ofrecían atracciones como aquella que decía: ¡pasen a vela pá conocela! La mujer mas gorda del mundo! Y aquel que pagaba la monedita encontraba ante sus ojos una mujer de súper físico.
Por una moneda se podía arrojar un aro a los patitos que nadaban en un lugar preparado para ello; en lo mejor del baile el público rodeaba a las parejas que bailaban la jota. En algunas ocasiones se encendían fuegos de artificio.
Otro atractivo era el tira bombas, que recorría las calles junto a la banda, efectuando un disparo en cada esquina.
Cuando el recorrido era de noche la iluminación se hacia con antorchas. Al cierre del comercio comenzaba el desfile de personas, jinetes, sulkys, Villalonga, etc. Asistían familias del campo y de otros pueblos. Los vendedores de golosinas eran por lo general andaluces que en sus puestos iluminados a gas de carburo también ofrecían atracciones como aquella que decía: ¡pasen a vela pá conocela! La mujer mas gorda del mundo! Y aquel que pagaba la monedita encontraba ante sus ojos una mujer de súper físico.
Por una moneda se podía arrojar un aro a los patitos que nadaban en un lugar preparado para ello; en lo mejor del baile el público rodeaba a las parejas que bailaban la jota. En algunas ocasiones se encendían fuegos de artificio.
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