jueves, 4 de octubre de 2012

ESTANCIA “LA SUSANA”. De Susana Cambaceres de Luro


 Estos son recuerdos de hechos vividos por la Sra. Zunilda Vivas de Michelle y Nieves Fernández de Rodríguez. Estos recuerdos nos trasladan a la estancia “La Susana” de la Sra. Susana Cambaceres de Luro, matrona de la sociedad porteña.
Cuando llegaba el verano en un tren especial y exclusivo, arribaba a Cascallares, la Sra. Susana acompañada por sirvientes, familiares y amigos.
Tanto la Sra. Zuñidla como la Sra. Nieves, quienes vivieron este acontecimiento cuando eran niñas, expresaron su admiración por la Sra. La veían llegar en un carruaje blanco de capelina y sombrilla con muchos regalos y caramelos para los niños.
Como en la estancia había una capilla, se esperaba su presencia para poder celebrar bautismos y comuniones; la Sra. Traía de la capital los vestidos y la fiesta para todos se hacia debajo de los árboles.
La estancia parecía un pueblo, había un chalet principal, casas para empleados, la administración, carnicería, galpones, la capilla y también funcionaba una escuela. Muchos chicos de la zona concurrían a ella.
Según otro testimonio, el del Dr. Alfredo Masi, abogado, quien curso primer grado en la “escuelita de Luro”, recuerda que en la estancia planto un pino y que contaba con una hermosa arboleda.
Las familias de Masi, Vivas y Fernández eran algunas de las muchas que arrendaban tierras en las siete leguas propiedad de Cambaceres de Luro.
El encargado de la hacienda era el Señor Ramón Benítez, padre de quien fuera, por muchos años cartero de este pueblo, Juan Carlos Benítez.
Todos los días un villalonguero, se trasladaba de la estancia a Cascallares para llevar la correspondencia y el pan fresco.
Contaba la Sra. Nieves, que en la estancia se jugaba al polo, tenían un harás y los caballos, hermosos ejemplares, eran llevados a las exposiciones de Palermo y corrían en el hipódromo con mucho éxito.
La Sra. Zuñidla recuerda que en el año 1918 hubo una gran inundación y todos los arrendatarios cercanos al arroyo tuvieron que alejarse del lugar y fueron, por orden de la Sra. Susana, a refugiarse a la estancia. Allí encontraron abrigo y comida, permaneciendo allí hasta que las aguas bajaron. Para despedirlos se hizo una gran fiesta.
Siempre la estancia tenia las puertas abiertas y la mesa puesta para ofrecer a los que se acercaran.
Cuando fallece la Sra. Susana, los campos se rematan y todo lo de la estancia se deshace, se dispersa; solo queda el recuerdo de un pasado glorioso.
El lugar que ocupaba el casco de la estancia es en la actualidad propiedad de la familia de Don José Maria Buey.

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